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UNA HISTORIA CON PINGÜINOS


Después de tanto invernar
llegaron a este lugar
 
de la Antártica famosa
por lo nevada y ventosa,
 
una tribu de pingüinos
muy correctos y muy finos.
 
Como ya era primavera
relumbraba la ribera
 
con un sol resplandeciente
y suaves brisas de oriente.
 
Los pingüinos ya cansados,
como estaba entrenados,
 
hicieron los nidos suyos
con piedras y cochayuyos.
 
Mamá Pingüino probaba
el charquicán, cómo estaba
 
papá Pingüino traía
su pesca de la bahía,
 
cada Pingüino chiquitito
corre moviendo el rabito.
 
Sólo el menor ha llorado
diciendo: "¡Quiero un helado!"
 
Todos terminan la cena
con la guatita bien llena.
 
A los mayores pichones
dice el Papá estas razones:
 
"Hijos míos, ya estáis hechos
unos pingüinos derechos,
 
y el momento ya ha venido
en que formaréis vuestro nido,
 
que nuestra ley determina:
un pingüino, una pingüino.
 
Búsquese, pues, cada cual,
una pingüino cabal".
 
Se van un tanto mohínos
los mocetones pingüinos.
 
Uno, con aire muy fiero,
fue haciéndose el pendenciero.
 
Al verlo tan maceteado,
todos se le hacen a un lado.
 
El otro, que era muy dije,
se daba facha de pije,
 
los pingüinos lo admiran
y las pingüinos suspiran.
 
Andaba alegre y jovial,
muy de florecita al ojal.
 
De pronto, sin saber cuándo,
se encontró escuchando un bando.
 
Redobló el tamborilero
y dijo así el pregonero:
 
"Manda el Gran Rey de Pingüinia
que todos anden en línea
 
y ni un soltero ha de haber
en edad de merecer".
 
Pingüinito se espabila
y forma en primera fila.
 
Pingüinillo, que la vio,
ante ella se paseó.
 
Contoneándose estaba,
una piedrita muy blanca,
 
pero la muy consentida
se hizo la desentendida.
 
A sus plantas, con afán,
trajo otra azul el galán.
 
Pingüinito, rabitiesa,
siguió haciéndose la lesa,
 
hasta que ya harto el Pingüino
tomó otro camino.
 
Vio a Pingüinillo preciosa,
que lo miraba amorosa.
 
Como prenda de su amor,
buscó piedras de color
 
y una roja vio brillar
a la orillita del mar.
 
Pingüinillo, ruborosa,
dice que será su esposa.
 
Se van en un periquete,
muy contentos del crécete.
 
Ya están rebién instalados
junto a los demás casados.
 
En su lindo nido nuevo
Pingüinillo puso un huevo.
 
No les digo lo dichoso
que son hoy ambos esposos,
 
Pingüinillo y Pingüinillo,
con su Pichón que es muy pillo.
......................................
Al Pingüino maceteado
por soltero han condenado
 
a que se vaya muy solo
a buscar camorra al Polo.


BRUNET, Marta. Una historia con pingüinos. Aleluyas para los más chiquitos. Obras Completas de Marta Brunet. Santiago, Zig-Zag, 1962. Pp. 352-353.