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HISTORIA DE LA GALLINITA NEGRA

 
Esta era una gallinita
como el carbón de negrita.
 
Hizo un día algo muy feo:
fue sin permiso de paseo.
 
Y se halló un portón abierto
que daba a un hermoso huerto.
 
Andando muy señorita
encontrase una Chinita,
 
que tenía la cuitada
el ala izquierda quebrada.
 
Iba a saciar su apetito,
cuando oyó un pequeño grito:
 
"No me comas, desdichada,
soy la princesa encantada.
 
Me encantó una bruja odiosa
porque era fea y yo hermosa.
 
No me comas, Gallinita,
cúrame mi alita".
 
Para poderla curar
fue al Gato-Sabio a buscar,
 
quien llegó muy complaciente,
en un auto reluciente.
 
Don Gato, que es curandero
le tomó el pulso primero.
 
Luego le puso un ungüento
y el dolor se le fue al momento.
 
La Chinita sin herida
se sintió muy agradecida,
 
y como buena princesa
no quiso hacerse la lesa.
 
Pagó al Gato con decoro
un ratoncito de oro
 
y a la Gallinita sola
le dijo: "Mira tu cola".
 
Vio dos plumitas con brillo
de oro sobre el popillo.
 
"Cuando estés en apuro
has -le dijo- este conjuro:
 
Que se cumpla mi deseo
ma-chi-pu-chi-bi-cho-feo."
 
Alzó la Chinita el vuelo
y se perdió por el cielo.
 
Con sus plumas sin igual
se volvió para el corral.
 
El Gallo, al ver tanta gala,
se puso a arrastrarle el ala;
 
su comadre, la Gallina,
le dijo que "era divina",
 
y los Pollitos, a coro:
"Pío, pío y son de oro".
 
La Gallinita orgullosa
se empezó a poner chinchosa.
 
Peleó con doña Gallina,
diciendo que era una cochina,
 
y cuando el Gallo cantaba,
"Ka-ka-ka.ka-ra-ka", remedaba.
 
Engreída con su cola
todos la dejaron sola.
 
Y a pesar de tanto brillo,
un día tuvo moquillo.
 
Temblando de escalofrío
no pudo decir ni pío,
 
creyó que se moriría
porque nadie la asistía.
 
Don Gallo y doña Gallina
se fueron hasta la esquina,
 
los Pollitos, tan campantes
fueron al jardín de infantes.
 
Al sentirse morir sola,
Gallinita habló a su cola:
 
"Que se cumpla mi deseo
ma-chi-pu-chi-bi-cho-feo."
 
El moquillo se curó
y al tiro una voz habló:
 
"Pedir pudiste una estrella,
y te quedaste sin ella,
 
hacerle a todos favores,
y sólo quisiste honores.
 
Lo que pediste tendrás,
más sin plumas quedarás".
 
En medio de un triste lloro
perdió las plumas de oro.
 
De nuevo fue servicial
con las aves del corral,
 
a su amiga la Gallina
la ayudaba en la cocina,
 
y cuando el Gallo cantaba
Gallinita ni chistaba,
 
Y al fin, tan bien se portó,
que la Chinita volvió.
 
"Como prueba de amistad,
ten otra oportunidad."
 
De nuevo apareció el brillo
en las plumas del popillo.
 
Porque el oro no destiña
prometió ser buena niña,
 
y si palabra cumplió
porque a todos ayudó.
 
De mañana lo primero,
aseaba el gallinero;
 
si hallaba un Pollito triste,
le daba sopa de alpiste,
 
y al pobre Patito feo
lo sacaba de paseo.
 
Por linda y por hacendosa,
todos la quieren de esposa.
 
Pero el Gallo entaquillado
era el más enamorado.
 
De alborada en alborada
le decía su tonada,
 
y cuando ella le dio el sí,
el cantó: "Ki-ki-ri-ki".
 
En el casorio la Clueca
con el Gallo bailó cueca
 
y las plumitas de oro
de todos fueron tesoro.
 


BRUNET, Marta. Historia de la gallinita negra. Aleluyas para los más chiquitos. Obras Completas de Marta Brunet. Santiago, Zig-Zag, 1962. Pp. 348-349.